El día 29 de octubre de 1991, se procede a la voladura controlada de varios de los edificios de la antigua fábrica de la Hispano-Olivetti. La voladura no sale del todo bien, como atestiguan los periódicos de la época:
La chapuza fue de tal calibre, que la empresa encargada del derribo, Derribos Martínez, creyó necesario insertar un divertido anuncio a toda página en La Vanguardia del día 3 de noviembre, cuyo mensaje es, sucintamente, el siguiente: «(1) la chapuza la cometió una subcontrata; (2) nosotros nos encargamos de que, a pesar de todo, las cosas terminasen bien» —tardaron, en realidad, dos días—, «y (3) los Organismos Públicos son de lo más enrollado. De lo más, oyes».